Un año más, las fiestas de la Navidad han llegado a nuestras casas casi sin darnos cuenta. Vienen de la mano de los últimos días del año 2010, un año que sin duda ha sido próspero y que en algunos aspectos, nos ha ayudado a madurar y nos ha hecho sentirnos unidos ante la adversidad que la vida nos plantea en cada uno de sus días.
Haciendo balance, el año 2010 ha sido en líneas generales, un año fructífero y muy emotivo. Los primeros meses del año estaban llenos de ilusión ante todos los eventos que se avecinaban. Acompañados de las frías temperaturas, el trabajo y el esfuerzo por parte de la Banda fue digno de mención. Todos teníamos en mente el concierto que celebraría nuestro XV Aniversario. Aquella noche conseguimos impregnar con nuestro aroma el Auditorio Ciudad de León, y a día de hoy, podemos tener plena certeza de que el concierto del 14 de Marzo de 2010 quedará grabado para siempre en la retina del mundo cofrade leonés, por todo lo que en él vivimos y quisimos compartir. La filosofía de vida de los que están y los que estuvieron, los sones de nuestros compañeros de Minerva y de la Cena, Oscar y Carlos y una saeta de silencio, una cuadrilla de costaleros con un mismo corazón llamado Gran Poder que latía al compás de nuestra música, elevaron a infinito el listón de las emociones y el Auditorio se quedo pequeño para cobijar tanta ilusión, tanto cariño y tanta magia. Imborrable recuerdo.
Sigilosa llegó días más tarde la Semana Santa, con su Sábado de Pasión como primera cita. Una tarde con sabor a despedida, pues tras quince años recorriendo los rincones de nuestra milenaria ciudad, la Esperanza de un Yacente se tornará Esperanza de un Cautivo que saldrá a la calle mirando y bendiciendo a ésta, su Banda, la misma Banda que viajó hacia Al – Ándalus de madrugada, y en Domingo de Ramos entró triunfal en ese Jerusalén de Jerez de la Frontera custodiando con sus cornetas a Cristo Rey; la que que acompañó a Jesús Prendido entre romanos por Bollullos Par del Condado; la que suplicó Piedad para Jesús Crucificado en la muy noble tierra de Cádiz; la que llevo al cielo la Oración del Padrenuestro bajo el Olivo de Sanlúcar la Mayor; la que toco el martillo de la Gloria y sufrió el crujir de una trabajadera como si en su misma cerviz reposara, y sintió el cálido abrazo de Jesús del Gran Poder que nos acogió en su seno al volver a Brenes; la que acompañando a Jesucristo Triunfante sobre la Muerte en Alcalá del Río, despidió su decimoquinta Semana Santa entre abrazos, lágrimas y muestras de complicidad que sólo conciben los que una vez vivieron la Victoria.
Y tras la Pascua, Corpus Christi, desfilando por la calle Ancha camino de la Capilla, para rendir pleitesía y sincero agradecimiento a nuestro Cristo de la Victoria, nuestro único y verdadero guía en las aventuras y desventuras que nos ha tocado vivir en estos quince años.
Aunque entre tanta algarabía siempre queda algún sinsabor. A final de año, y aún atónitos por lo que nos ha tocado vivir, nuestra Sede Social cerraba sus puertas ante la incomprensión de todos. La desilusión de un barrio, el de San Lorenzo, que se quedaba sin una de sus fuentes de vida, que ha luchado por ese local tanto como la propia Banda, y a quienes no terminaremos nunca de agradecer lo que han hecho por nosotros; las miradas perplejas al ver como se iba al traste tanto esfuerzo, tantas horas trabajadas, tantos momentos vividos… La Eurocopa y el histórico primer Mundial de nuestra Selección, los Reyes visitando a nuestros hijos, nuestras reuniones, nuestras mesas redondas, el pequeño ágape en una noche como la de hoy con nuestra segunda familia, antes de irnos a celebrar la Navidad con la primera… Es tanto lo vivido entre esas cuatro paredes que al recordarlo, se hace inevitable que las lágrimas inunden nuestros ojos y la impotencia y la desolación nos llenen por dentro.
Pero sabio Cervantes ya decía: “Donde una puerta se cierra, otra se abre”. Y así será, con nuestra valentía, nuestro orgullo, nuestra manera de entender y vivir la Semana Santa, con nuestra pasión por las cornetas y los tambores y nuestra unión por bandera, seguiremos luchando con todas nuestras fuerzas por este sueño llamado Victoria, alcanzando metas inimaginables en los albores de la Banda y demostrando una vez más que el arte si es arte, no tiene patria. Porque ser de la Victoria no tiene sentido, vivir la Victoria tampoco, disfrutar de nuestra Semana Santa es imposible, pero tocar en la Victoria lo explica todo. Porque no seréis los mejores, pero mejores que vosotros no hay nadie, y si permanecéis unidos en el Lamento, y sentís que cada uno de vuestros toques es una Fantasía de Cornetas, demostraréis que sois lo que sois, El Alma de la Victoria.
A todos los que formáis parte de este sueño, Feliz Navidad y Próspero Año 2011.
La Dirección.