DE PUÑO Y LETRA, DEMETRIO TORÍO

Se llama Demetrio Torío López, aunque todos lo conocemos por Deme. Una persona afable, llena de nobleza y con un corazón bueno y grande.

Su vida cofrade es bastante amplia. Papón del Dulce Nombre de Jesús Nazareno desde el mismo día que nació, es también hermano de Angustias y Soledad, de Minerva y Vera+Cruz, de la Cofradía de Jesús Sacramentado donde puja en el Paso de Cristo cada Sábado de Dolores, y mantiene desde 1992, año de su fundación, una estrecha vinculación con la Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza de San Claudio, siendo bracero de su paso titular.

Su currículo musical también es vastísimo. En sus 20 años de andadura cofrade, comenzó con la música en la Banda De Cornetas y Tambores del Dulce Nombre de Jesús Nazareno en 1992, para posteriormente pasar a formar parte de la Banda de Minerva y Vera+Cruz y recalar tiempo más tarde en la Banda del Santo Cristo de la Bienaventuranza. Y es en 1994 cuando inicia su primera andadura en nuestra banda. “Después de la Semana Santa de 1994, en mayo, se funda la Banda de la Victoria. Estuve con ellos en los principios, participé en todas las reuniones, en los primeros ensayos, en las dianas con la camiseta blanca; era muy divertido, pero muy duro. Recuerdo que comenzamos los ensayos junto al Politécnico, en un "prao" lleno de cardos y basura, y estuvimos todo el verano […] recuerdo también las primeras cornetas que llegaron, y las dianas de Villaobispo y las fiestas de León. Fue algo muy bonito que empezaba a crecer poco a poco. Pero yo no estaba muy decidido a coger la maleta e irme en Semana Santa a Andalucía y después de hablarlo con ellos, decidí dejar la banda. Eso sí, tengo el recuerdo de ver a la Banda entrar desfilando por San Isidoro el Sábado de Pasión, y sentirme muy orgulloso de ver algo de lo que yo había sido participe pese haberlo dejado atrás”.

De ahí regresa a la Banda del Dulce Nombre donde reconoce “pasé unos años muy buenos pero también algunos ratos amargos. 2005 y 2006 fueron unos años muy duros, allí estábamos Jaime, Lauri, Robertín, Miguel Llamazares…a veces sentíamos que la gente nos daba la espalda. Aun así, luchamos y lo mejor que pudimos salimos adelante”. Es entonces, en 2007 cuando vive una paradoja cuanto menos curiosa. “Llegó la agrupación musical de la Cofradía y volví a sentir la ilusión de ver nacer algo, pero a la vez vi morir a la que fue mi banda”. Pese a ello, reconoce que allí hizo grandes amigos y aún hoy, al hablar de la Agrupación se dejan entrever cariño y nostalgia: “tocaba una segunda voz de trompeta y es donde aprendí lo poco que sé sobre partituras".

Pero en él vivía una curiosidad que quedó dormida en 1994 y que iba a despertarse de nuevo. Quería conocer la sensación de tocar en Andalucía, y viendo que su situación personal y profesional se lo permitía, decide volver a la Banda de la Victoria y sacarse esa pequeña espina de conocer aquello que tantas veces se había planteado conocer. “Viví la Semana Santa de 2008 y me encantó. Conocí muchas cosas, pero lo único malo es que no me dejaron comer ni un día sentado, todo el día estuvimos con las cañas y montaditos…”