sábado, 23 de marzo de 2013


La vida, en lo cotidiano de su discurrir, se afana en llenar nuestros días de momentos maravillosos. Tiene también por costumbre cruzar en nuestro camino a grandes personas con quien compartirlos. Y eso, los vuelve aún más mágicos.


Hace algunos años ya, tuve la ocasión de conocer a una niña, hoy ya adolescente, de quien les confieso haber aprendido muchas de las cosas que hoy sé tan sólo observándola, viéndola crecer. Gusta de dar a sus pequeñas cosas un aire especial, diferente, distinto, y eso la convierte en alguien especial, diferente, distinta. Entre sus tesoros más preciados guarda celosamente y quizá sin saberlo la esencia misma de su ser, escondida tras las letras de su propio nombre.


Porque ella rezuma VALENTÍA, y se enfrenta a la vida sin dudar ni un instante y como viene, con sus gozos y sus amarguras y siempre de frente, sin disfrazar los sentimientos


Y está llena de ILUSIÓN, y aun hoy se alimenta de sueños como cuando era una niña y así, soñará y soñará por los siglos; porque sin ilusión, todos sus pequeños logros no habrían sido más que objetivos que cumplir.


Y es ejemplo de CORAJE, con sus incansables ganas de luchar frente a la adversidad, poniendo una y otra vez la otra mejilla y enfrentando cara a cara su mirada con el miedo. Porque lo difícil no es caer, lo difícil es levantarse.


Su TESÓN resulta encomiable, pues aun con todas las fuerzas en contra, continúa en la brecha sin doblegarse jamás pues conoce que los grandes hitos no s e consiguen por la fuerza, sino por la perseverancia.


Su enérgica OSADÍA, decidiendo por sí misma el camino a seguir pese a encontrarse rodeada de costumbres antagónicas, sin más apoyo que su fe en sí misma, creyendo a pies juntillas y defendiendo a ultranza su decálogo de vida, y escapando de los moldes de una anquilosada tradición.


Su inmensa RESPONSABILIDAD, con la mentalidad de ser cada día un poquito mejor, de querer hacer las cosas dando siempre el máximo de sí misma, de cumplir con todo aquel que en ella pone su confianza.


Su IDIOSINCRACIA inconfundible e imperturbable, con la querencia de no dejar a nadie indiferente allá donde va; su aroma perfuma cada rincón por donde pasa, un pedazo de su alma se enreda en cada obra que lleva a cabo, su esencia perdura y lo hará para siempre.


Y su AMISTAD, su infinita amistad. Ese es el regalo más grande que nos ha podido brindar. Sin pedir nada a cambio siempre está ahí, dispuesta a cualquier cosa, sin condiciones ni excusas, nada. Siempre detrás de nosotros, sempiterna y fiel como ese ángel que se levanta cuando tus alas han olvidado como volar.



Así es la niña que yo conocí. 

Una niña que siempre llevaré en mi memoria 

Una niña que me ha visto crecer a su lado 

Una niña que lleva por nombre VICTORIA


Santiago Rojo Rubio 
Director de la Banda de CCTT Santísimo Cristo de la Victoria

Imagen: VRGFotografía

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